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Somos como hojas


Las hojas se secan de afuera hacia adentro, primero los bordes van perdiendo su color y su líquido vital, hasta que se hacen crujientes, consumiendo en sequía el resto de la hoja en dirección hacia el centro.


De la misma forma, el cuerpo humano, empieza a perder su tonicidad de afuera hacia adentro. Conforme vamos envejeciendo, nuestros músculos se van separando de los huesos, se van haciendo flácidos, y así la estructura que nos sostiene se vuelve cada vez menos estable. Es el curso natural de la vida. Pero algunas veces, con el estilo de vida sedentario y la falta de conciencia del cuerpo, terminamos por acelerar el proceso.


La práctica de yoga nos ofrece una herramienta para prevenir y desacelerar este pérdida de tonicidad, pero para ello es necesario trabajar con conciencia. Es por esto que cuando hacemos nuestra práctica de yoga debemos enfocarnos en las acciones musculares desde afuera hacia adentro, sujetando y abrazando al hueso.


En las piernas, por ejemplo, esta acción inicia desde los pies. Manteniendo todos los puntos de apoyo de la planta del pie en el piso, se juntan completamente los pies, desde el borde interno de los dedos gordos y la base interna del dedo gordo, así también los talones (algunos sistemas mantienen los talones ligeramente separados lo cual también es correcto, siempre y cuando no se colapse el peso en el borde interno o externo del pie).


Es importante también la acción interna del tobillo, llevando los metatarsos hacia el tobillo, lo que genera un cambio radical en la forma de dicha articulación. Para lograr esta acción de una forma aún más profunda, se presiona el borde interno del tobillo contra el borde externo mientras se separan los dedos de los pies para generar mayor acción muscular y hacer más compacta la articulación.


A partir de esta acción se presiona un tobillo contra el otro (ya sea que se mantengan juntos generando solo la acción de la presión o separados haciendo que se junten entre sí) y se presiona el borde interno de las pantorrillas entre sí. Lo mismo con el borde interno de la rodilla y el borde interno de los muslos, siempre manteniendo la acción de envolver desde afuera de la pierna hacia adentro para no colapsar las articulaciones. Todas estas acciones deben provenir de la activación muscular y no de la articulación.


Finalmente, las rodillas deben estar completamente estiradas por detrás, acción que sucede desde los talones al presionar el piso y la extensión de las pantorrillas e isquiotibiales. Se debe tener mucha precaución con la articulación de la rodilla, la cual muchas veces sufre las consecuencias de acciones incorrectas en el movimiento del cuerpo. Se debe evitar que la extensión se convierta en hiperextensión. Para ello es imprescindible la activación de los cuádriceps que dirigen la rótula hacia arriba.


Trabajando con conciencia estas acciones en Tadasana, o la postura de la montaña, podemos mantener posteriormente las mismas acciones en las demás posturas, y generar aún más estabilidad y acción muscular, protegiendo por consecuencia nuestra columna vertebral y aportando una alineación adecuada y saludable en todas las posturas que trabajemos.


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