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Mi viaje a Guatemala... El efecto del espejo


Viajé a Guatemala sin saber muy bien a qué iba, sin tener la más mínima idea de como me cambiaba la vida. Realmente no estaba consciente de que viajaba, de que asumía una responsabilidad, más que con otras personas, conmigo misma.


Tenía un año de estar viajando, en una jornada de rebotar de una tierra a otra como un insecto desorientado. Y no por el hecho de viajar en sí mismo, pero por la resistencia a asumir un compromiso a mediano o corto plazo.


Llego entonces al maravilloso espacio, Ekam, el Centro de Yoga que mi querida amiga María ha ido construyendo en el transcurso del ultimo año y medio. A pesar de que habíamos conversado y acordado lo que haría, mis responsabilidades y otros detalles, aterrizo con muy poca consciencia de lo que me esperaba, realmente no tenía idea de lo que había escogido vivir, de lo que encontraría y como todo esto me transformaría.


Estar en EKAM durante dos meses, fue la confirmación más tangible que he experimentado, de que como es afuera es adentro y viceversa, y que los cambios que se hacen en un extremo, afectan al otro en la misma dirección y proporción.


Ekam, es un espacio limpio, minimalista, silencioso, humilde y elegante al mismo tiempo, sencillo pero muy preciso en sus detalles, con una quietud que inspira a la meditación. No hace falta insistir mucho en la importancia de no hablar dentro del shala, o de apagar los celulares o mantenerse enfocado en su practica en lugar de desviar la atención hacia lo que sucede afuera. Todas estas son cosas que van sucediendo naturalmente en cada persona que entra a este espacio. La sonrisa interna compartida con amor, la respiración presente y consciente, la disciplina como dirección y la honestidad como alfombra.


Todas estas características que afloran orgánicamente en ese espacio de práctica y desarrollo del yoga, son precisamente las cualidades que edifican al individuo en miras de una expansión de la consciencia, de una vida en armonía, de una entrega más allá de las demandas de nuestro ego y de los hábitos inconscientes de nuestra mente.


Es en un espacio limpio, física y energéticamente donde se desarrolla la integridad del Ser, en este caso, por medio de la práctica del yoga. Esta limpieza incluye su infraestructura y su decoración, su ubicación con respecto a la luz, al viento y al sonido, detalles que parecen tan poco importantes como los materiales y colores que se utilizan en la construcción, el amor y la devoción impresas en cada altar que honra a los maestros que anteceden el linaje que se enseña. Energéticamente, la limpieza se traduce, en honestidad, un espacio sincero y verdadero es el reflejo de la limpieza y del orden.


Este espacio atrae almas honestas y mentes que buscan derrumbar las estructuras barrocas de sus hábitos, invita a la disciplina y a la calma del pensamiento.


Llego así, con una mente llena de aire, en medio de un proceso de divorcio con la tierra, a este maravilloso Universo de Ekam, a experimentar mi vida bajo las riendas de la energía de la disciplina y el orden, y con la guía implícita de todos los maestros y ancestros, corazones entregados y practicantes devotos.


No sólo encontré la inspiración que necesitaba para retomar mi romance con la tierra, y permitir darle nuevamente estructura a mis mapas y proyectos, sino que además, mi corazón rompió sus corazas sin siquiera darse cuenta, y fue tan honesta la apertura, que todo el desorden que regía mis miedos de crear raíces, se desvaneció, y se extendieron hilos de bambú desde mi corazón conectándose con cada sonrisa que pasó por el Shala durante mi estancia.


En sánscrito, existe una palabra que resume esta sensación que se genera en cada inhalación en Ekam: Saucha. Saucha significa limpieza, pero la limpieza no es solo la ausencia de suciedad, es un estado externo e interno, tangible e intangible, que experimenté de afuera hacia adentro por medio de mis días en este inspirador estudio de Yoga ubicado en el corazón e Guatemala.


Ekam, es la palabra en sánscrito para el número Uno. En la unidad no hay desorden, en la unidad no hay ambigüedad, no hay dualidad. Es precisamente ésta la esencia vital que hace de Ekam, un lugar verdadero y consecuente, y por eso, invita a conectar con la verdad dentro de uno mismo, a eso le llamo el efecto del espejo.


A pesar de que fui a “enseñar”, realmente yo fui a aprender, viajé a Guatemala para ser estudiante y recibir los regalos que Ekam tenía para mí: dos meses de disciplina en áreas de mi vida que no tenían dirección, una disciplina con un eco que parece no acabarse, y la comprobación del espejo (como es afuera, es adentro) materializado en una nueva familia que no sólo habita en mi recuerdo sino en mi presente.


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