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Una verdad dolorosa


Al final del mes de setiembre terminamos el reto "Reduce tus desechos". Fue un reto de 10 días que desarrollamos en la plataforma de Instagram con el apoyo de varios negocios locales que están involucrados activamente en promover un estilo de vida más sostenible.

Preparar un reto en redes sociales, fue un gran reto en sí mismo, además de una gran enseñanza. Hubo situaciones sumamente interesantes y hasta divertidas podría decirse (como cuando utilicé una copa menstrual por primera vez) y algunos días donde parecía que un volcán de emociones iba a explotar.

La presión de tener que escribir y publicar todos los días en redes sociales fue una experiencia sumamente reveladora, pues para mi escribir es algo que sucede espontáneamente cada día, pero sin barreras ni condiciones, lo que escribo es lo que mi corazón realmente quiere expresar. Escribir sobre temas predefinidos, a pesar de ser sobre una temática que considero de extrema importancia y valor, fue uno de los retos más grandes que he enfrentado en cuanto a mi experiencia de escribir.

Por otro lado, este reto fue una realización muy clara de que el mundo nos ha llevado hacia una existencia "desechable", y nosotros nos hemos dejado llevar. Una existencia desechable en tantos sentidos que hasta en el reino de lo visual, nuestro proceso de selección de las imágenes que entran por nuestros ojos se ha convertido en algo tan superfluo como el "fast food". ¿A qué me refiero con esto? No soy una persona que tenga un gran número de seguidores ni he hecho movimientos para ganarlos de forma masiva, pues no es algo en lo que esté interesada actualmente. Podría decir que tengo una interacción orgánica con personas con perspectivas de vida similares. A pesar de que mi "following" es orgánico, para mí fue sorprendente ver cuan poca interacción las publicaciones que hice durante el reto tuvieron, mientras que justo al terminar el reto mi primera publicación no relacionada con la reducción de desechos obtuvo quizás 3 o 4 veces más interacción que cualquiera de las publicaciones del reto.

Sé que Instagram es una plataforma visual y que la gente se siente mucho más atraída hacia una postura de yoga compleja y llamativa que hacia una fotografía de café sostenible o compras a granel y claramente hay muchos factores que considerar, como el que la mayoría de mi audiencia (no toda, afortunadamente) esté más interesada en el "yoga" que sucede en el mat que en el contenido que podría generar sobre como tener una vida sostenible. Pero esta diferencia tan significativa de intereses e interacción no deja de sorprenderme. Entonces yo me pregunto: ¿A este punto de crisis de desechos y contaminación global, no deberíamos todos tener un interés genuino en preservar el hogar que habitamos? ¿No sería esa la forma más activa de practicar "yoga"? ... les dejo el cuestionamiento.

Brian y yo por nuestra parte continuamos aprendiendo cada día más sobre como nuestra vida se ha convertido en un océano de plástico y se ha hecho algo tan intrínseco en nuestros hábitos que ya ni siquiera nos damos cuenta ni lo cuestionamos. Por ejemplo, para mi fue alarmante darme cuenta de la cantidad de toallas sanitarias que una mujer gasta en promedio durante toda su vida (12000 toallas y tampones en promedio), o darnos cuenta de que era imposible conseguir en la ciudad un pescado que no viniese empacado no sólo en una sino en dos y hasta tres envolturas plásticas.

Encendedores, utencilios para la cocina, cepillos de dientes, lapiceros, productos de cuidado personal, los envíos de compras por internet (el plástico y contaminación en envíos por correo es alarmante), el 90% o 95% de los productos del supermercado, peines, aplicadores, ganchos para la ropa, pruebas de embarazo, pastillas y medicamentos; en fin, casi todo lo que compramos hoy en día, es producido y/o empacado en plástico.

El plástico llegó a nuestra sociedad en 1907. Es impresionante lo que hemos hecho con el plástico en poco más de 100 años. Hoy en día se producen aproximadamente 300 millones de toneladas de plástico por año, del cual el 50% es para productos de un único uso ("single use products"). Y como si esta cifra no fuese ya más que alarmante, la proyección es que la producción sea aún mayor para el siguiente año. Es innegable: cada vez que consumimos un producto de plástico de un sólo uso, no somos partícipes sino cómplices de esta catástrofe. Es nuestra obligación tomar acción! Detener esta avalancha de plástico dejó de ser una lucha exclusiva para los ambientalistas y activistas, es una responsabilidad de todos.

La pregunta es simple, ¿quieres ser parte del problema o quieres ser generador del cambio?

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