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Un portal de transformación profunda

Hoy estoy en mi semana 21 de gestación, lo que significa que en masomenos 19 semanas Brian y yo recibiremos el regalo de guiar a un ser de luz que nos ha escogido para caminar juntos.


El poder de la palabra, de la intención, pero especial de sentir los deseos del corazón, trasciende cualquier entendimiento racional.


Por ahí de Julio de este año que esta cerrando, tuve una sesión de Womb Blessing con mi amiga y hermana del alma Planeta. Fue un espacio muy poderoso pues me permitió ver que ser madre no era solo algo a lo que estaba abierta, era algo que quería.


Pasó algo así como un mes antes de que sucediera la magia. En mi vida aparentemente no cambió nada, al menos no en la superficie, no cambiaron los ritmos ni mis métodos de concepción (que no usábamos del todo), lo único que cambió fue el entendimiento, el saberme con el potencial y el deseo de gestar vida... y así fue.


Brian y yo concebimos a este ser el día de mi cumpleaños, el 17 de agosto. Fue tan mágico este día en el que creamos a nuestro bebé por venir, que nos visitó un oso perezoso. Sentíamos una energía extraordinaria alrededor nuestro ese día, pero no nos imaginábamos que esta visita era el presagio de la bendición que acababa de ser gestada.



El viaje de gestación ha sido una gran aventura y un aprendizaje inigualable. Cada momento de la vida es único y éste en especial ha sido como entrar en un portal galáctico tipo un agujero de gusano que ha acelerado el proceso de transformación interna y me ha sacudido sin piedad, y a la vez de una forma sabrosa, porque la verdad es que no puedo negar que amo despertar, disfruto las bofetadas cósmicas, los aprendizajes y los instantes de luz, es por ello que estoy viva y que tengo tantos deseos de vivir, de crear, de soñar...


Por supuesto no todo son arco iris y unicornios. El primer trimestre de gestación fue un poco doloroso para mí pues tuve unas crisis incontrolables de migraña con las que simplemente podía existir acostada en la cama, viendo películas o durmiendo, me costaba comer y casi no podía moverme.


Afortunadamente después de la semana 13 todo cambió y poco a poco pude ver claramente que estas crisis fueron la forma que encontró mi cuerpo de mantenerme quieta, de obligarme a parar, a no hacer, a no planear, a no tener pendientes, a no estar tarde, a soltar, a ser sin todos los roles y responsabilidades con los que me he vestido cada día por tantos años, a ser sin las habilidades de mi cuerpo, sin la perspicacia de mi mente, sin nada... simplemente ser y estar presente, inclusive en el dolor y la incomodidad.


Lo agradezco tanto! Agradezco la sabiduría de mi cuerpo!




Poco a poco empecé a regresar a tener energía, disposición de hacer y crear, pero esta vez desde otro lugar. Sin la urgencia, sin el miedo y la desesperación de que el tiempo no me alcance, desde un lugar de gozo en el que puedo rendirme fácilmente a lo que es y luego jugar con la realidad, con el sistema, con el gran sueño colectivo, para una vez más volverme a abstraer...


En todo este tiempo me he dedicado principalmente a explorar la energía, mi energía y la de todo lo que me rodea, a sentir la interconexión, a sentir el sol y la lluvia, a hablarle al fuego, a hacer reverencias a la madre tierra, a sanarme para aprender a sanar, a crear espacios sagrados y replantear el lugar desde el cual quiero seguir caminando y compartiendo mis sentires y saberes.


Este 2020 para mí ha sido mágico. Sé que para muchos pueda sonar retorcido, pero es mi verdad. No sólo porque estoy gestando vida dentro de mi y dentro de poco seré madre (aunque de alguna forma ya lo soy), sino porque he crecido, aprendido, disfrutado y compartido desde nuevas dimensiones de mi ser que me han llenado de riqueza interna, que es la más preciada de las abundancias.


Las sincronías cósmicas han estado presentes en mi vida a lo largo de todo el año. Empezamos el 2020 mudándonos a una casita en medio de la montaña en Ciudad Colón, alejados de todo y rodeados por más de 30 hectáreas de naturaleza, árboles, ríos, senderos... Empezamos muchos proyectos desde aquí, algunos siguen vivos, otros están dormidos (como VidaOM y mi proyecto de El Ritual Journal) y otros han tenido grandes transformaciones. Aprendimos tanto de cada uno de ellos, pero en especial de nosotros mismos.


Lancé al Universo el deseo de continuar estudiando y caminando el camino de mi corazón con nutrición constante, y el Universo se alineó por medio de distintos ángeles para ofrecerme el curso con la Escuela de Los Cuatro Caminos con el que soñaba desde hacía tiempo. Quería poder seguir estudiando Historia y Filosofía del Yoga con mi plataforma favorita Yogic Studies, y también se alinearon las estrellas para una colaboración por medio de Brian, y así, he podido seguir estudiando, a mi ritmo y sentir.


A lo largo de todo el año mi corazón ha estado con grupo de estudiantes de la Formación para Profesores de Yoga que estoy guiando con Sacred Self School of Yoga, hacia quienes siento una gratitud profunda porque a lo largo de este proceso de enseñanza-aprendizaje, iluminan mi camino con sus corazones llenos de curiosidad, entrega, sabiduría y en especial amor.


Personas importantes han estado presentes en mi vida este año y me han sostenido cuando he perdido el balance, nos hemos acompañado y recordado la luz. Pero de todos, hay dos lucecitas que fueron cruciales: Brian, mi compañero de vida que siempre está aquí apoyándome, sosteniéndome, reflejándome y creciendo juntos, en este momento el pilar de mi vida; y Marimar, quien me apoyó asistiendo el Teacher Training los primeros 3 módulos y ha sido una hermana/ amiga incondicional y honesta.


Este año hemos visitado rincones paradisiacos y joyas escondidas en las tierras de Costa Rica que nos han dejado maravillados, he escrito más canciones medicina que nunca antes en mi vida, he hecho fuegos casi cada luna llena, he visto cientos de estrellas fugaces, caminado en las montañas y comido manjares que he preparado a lo largo del año. En fin, la vida ha sido bendecida este año para mi. Sería injusto decir lo contrario con base en que casi no tuve fluidez financiera este año, que tuve los ingresos más bajos que he tenido en los últimos 10 años, que tuve que pedir dinero a mi madre, que fue más difícil generar comunidad de la forma que conocía, que taparme la boca para entrar al supermercado y que no viajé una sola vez fuera de Costa Rica, porque la verdad es que la vida no ha sido otra cosa que grandiosa conmigo! Lo que más agradezco de este año es como se fortaleció en mí el reconocimiento de la belleza, de encontrar belleza en lo que es, de quejarme menos y fluir con flexibilidad y amor a través de las corrientes del Universo. El regalo más preciado ha sido entender más profundamente que la vida nos ofrece lo que como humanidad y planeta necesitamos para la evolución colectiva.



Te comparto mi historia del 2020 porque quiero recordarte que no es necesario vivir en miedo, no es necesario vivir en ansiedad y vivir la vida que otros diseñaron para nosotros, ya sea desde una perspectiva sistémica, emocional o cultural. Tenemos no solo el derecho, sino el poder de cambiar lo que sea que esté sucediendo dentro nuestro. Algunos cambios requieren de más soporte y esfuerzo que otros, pero todos los cambios están disponibles como una posibilidad más del Universo, una posibilidad que sólo existe si la imagino, si la creo, si confío en ella.


Cualquiera es un buen momento para darle un giro radical a la vida y dejar de vivir desde paradigmas ajenos o impuestos por otros, pero el inicio del año es un símbolo con el cual podemos potenciar la transformación, no sólo creando intenciones, sino creando transformación real, alquemizando la raíz de nuestras acciones y pensamientos para poder empezar el año manifestando desde una nueva visión, desde un nuevo sueño, desde nuestra verdad.


Desde mi corazón, les honro y aprecio su presencia en mi vida, sea esta virtual o física, y les deseo un 2021 llenísimo de amor y de gozo, de salud y aprendizajes.


Gracias por leerme.

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